Partido U.Chile vs Colo Colo finalizado por desmanes

Más allá del evidente triunfo de Colo-Colo, la semifinal no sólo se vivió en la cancha y digo esto con mucha pena por los verdaderos hinchas del fútbol, los que saben que en el deporte así como se puede ganar también se puede perder, y que no por distanciarse del éxito hay que comportarse como cavernícolas (sin ofender a éstos últimos).

Al estadio se va a disfrutar, eso al menos en teoría. Sin embargo, en este tipo de encuentros ya se han hecho habituales los disturbios por parte de los barristas (o más bien, desadaptados sociales). Por estas situaciones, las personas -civilizadas- en muchos casos se alejan del estadio y prefieren no arriesgar su integridad física ni la de sus cercanos. Por su parte, los que se arriesgan saben que corren un riesgo, por lo que su satisfacción y comodidad no es la que debieran tener en un espectáculo deportivo.

Pasando al partido y su contexto inmediato. A horas de que comenzara el encuentro, ya había alrededor de veinte detenidos por incidentes de distinto tipo (peleas, hurtos, etc). Lo que quizás podía anticipar lo que se vendría.

En la cancha el partido prometía bastante pero en eso quedó; en promesa. En la primera fracción se vio un fútbol falto de emoción en los arcos, a ratos con un estéril dominio azul que no fue capaz de causar daño en el arco colocolino, defendido por Cristián Muñoz. Los Albos, manejaban el partido, distribuyendo el balón de manera inteligente, haciendo desesperar a su archirival que al menos necesitaba marcar dos goles para forzar a los penales. El reloj avanzaba en contra de la U, porque pasaban los minutos y no podían convertir. Lo que los irritó bastante, o si no preguntémosle a Rafael Olarra, que le propinó un cabezazo a Miguel Riffo luego del pitazo que daba fin a la primera parte, por lo que fue expulsado por el juez Enrique Osses.

Luego de esto, los ánimos se calentaron en el elenco azul y se dirigieron en masa a enfrentar al árbitro de la brega. Los carabineros por su parte, trataron de controlarlos pero se vieron un tanto sobrepasados, al punto de zamarrear a algunos jugadores. Incluso presentaron la intención de llevarse detenido al arquero suplente de la U, Hernán Caputo. Sin embargo, Arturo Salah, técnico del equipo universitario, alcanzó a interferir y cambiar de parecer a los hombres de verde. Sin duda el ambiente ya no era de los mejores.

En el segundo tiempo la Universidad de Chile realizó una modificación. Entró el mundialista sub 20, Nicolás Larrondo por Marcelo Díaz, para quedar con línea de tres en el fondo. Este cambio a la postre favoreció al cacique, que a los 7 minutos del segundo tiempo puso el uno a cero, tras un golazo de Gustavo Biscayzacú, ante una descolocada defensa de la U. Era el gol de la tranquilidad que dejaba a Colo-Colo en la final, a un paso de ser campeón por cuarta vez consecutiva, lo que sería histórico para el fútbol nacional.

El gol pareció enardecer a los hinchas azules, que gritaban con más ahínco al equipo de sus amores. Pero junto con esto, también se vino una lluvia de piedras, provenientes del sector de Los de Abajo, que tuvo detenido el partido por unos instantes. Cuando el partido volvió a su curso, los albos contaron con dos claras ocasiones para ampliar las cifras. Sin embargo, aún faltaba más por parte de los barristas azules, a los 67 minutos llegó la debacle, proyectiles iban y venían, tablas y piedras, entre otros objetos sólidos caían en la cancha, por lo que el arbitro se vio en la obligación de finalizar el encuentro para resguardar la integridad física de los jugadores.

Lamentable por el espectáculo, estos hechos deberían desaparecer de una vez por todas de las canchas nacionales, pero es difícil. Lo único que pido, es que esta vez la justicia tome riendas en el asunto y castigue a los responsables (al menos los que se vean en los videos), con la tan comentada en su momento, ley de violencia en los estadios y que nunca más se les permita entrar a un recinto deportivo a los descriteriados que cometieron tales desmanes.

Como hincha del fútbol me declaró impotente ante un nuevo triunfo de los delincuentes. Los que amamos este deporte tenemos todo el derecho de sentirnos heridos y manifestarnos en contra de la tropa de desadaptados sociales que le ganó al fútbol en el día de hoy. Ojala, que todo caiga por su propio peso…